Hacia Adelante, hacia adelante siempre.

Aquel día pudo escapar de todo aquello que la aferraba, la vida gris y tormentosa en la que se había sumido últimamente.

Y es que el miedo a veces es como la niebla. 

Sabes que a lo lejos están las cumbres más cercanas pero no logras verlas, como todas las dudas que agobian la cabeza y pesan en la maleta. 

No tenía rumbo; 
pero eso no le importaba, 
ya lo encontraría 
o él, la encontraría a ella.

La chica, entonces, recordó porqué estaba allí, porqué arrastraba su maleta y sin querer sonrió al ver el tren…

'Hacia adelante. Hacia adelante, siempre', se decía a sí misma. 

'Aunque deslumbre la luz, hay que mirarla. De frente'.

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